¿Cuántas veces te has propuesto empezar a cuidarte, pero has terminado abandonando? En este post te damos algunos consejos que te ayudarán a conservar una buena alimentación sin quedarte en el intento. ¡Toma nota!
Plan semanal
Lo primero que necesitas hacer para mantener una buena alimentación es organizarte. Establecer un plan semanal te motivará a tener una dieta completa y rica en nutrientes.
Lo ideal es que destines dos o tres días a comer legumbres, dos pescado, uno carne y otro pasta. Y, por supuesto, la base de tu alimentación deberían ser las frutas, verduras y grasas saludables como el aceite de oliva virgen.
Es probable que pienses que hacer un plan no implica que lo vayas a cumplir. Es posible, pero un truco para conseguir respetarlo podría ser dejarlo por escrito y en la nevera. De este modo, siempre lo tendrás a la vista para no olvidarlo.
Pequeños cambios que significan mucho
Cuidar tu alimentación puede ser tan sencillo como cambiar un alimento por otro similar. Por ejemplo, sustituir el azúcar blanco por media cucharadita de canela ayudará significativamente a nuestro organismo. Y sí, el sabor no es el mismo, pero los beneficios son mucho mayores y puede que termine por encantarte.
Del mismo modo, para reducir el nivel de grasas saturadas puedes cambiar la mantequilla por la margarina o la leche entera por la desnatada. ¡Apenas notarás la diferencia!
Alimentos de buena calidad
Un aspecto clave para disfrutar de la comida a la vez que nos cuidamos es elegir siempre productos de gran calidad. Para saber si realmente lo son déjate guiar por tus sentidos comprobando su color, sabor y textura.
También te aconsejamos leer las etiquetas del envase. No son un adorno, úsalas prestando especial atención al contenido en azúcar, proteínas, fibra y ácidos grasos de cada alimento.
Mantente hidratado
Lo recomendable es beber 2 litros de agua al día, siempre dependiendo de cada persona y de sus necesidades. Aunque en verano suele ser más sencillo, a veces puede resultarnos complicado.
Por ello, te recomendamos distribuir la cantidad en vasos y acostumbrarnos a beberlo según el momento del día. Por ejemplo, toma uno al despertarte, uno a media mañana, dos para comer, uno por la tarde y dos antes de dormir.
¡Ya no tienes excusas para empezar a cuidarte! ¿A qué esperas?